Ingerir grandes cantidades de líquido (zumo, refrescos, agua, té y otros sin alcohol), una media de 3 litros en las primeras 24 horas, manteniendo la hidratación durante todo el postoperatorio.
La alimentación debe ser rica en proteínas (carnes, derivados lácteos, etc.), pobre en hidratos de carbono (azucares) y grasas. Frutas y verduras libres.
Aplicar bolsas de hielo en las zonas tratadas, el frío local disminuye las molestias y debe hacerlo sobre la faja sin tener contacto directo con la piel. Aplique durante 20 minutos, dos o tres veces al día.
Debido a la técnica tumescente que se aplica para la anestesia, se infiltran grandes cantidades de líquidos que posteriormente se eliminan (es decir que durante el primer día va a manchar la faja con una especie de “agua de lavar carne”). Es normal que se moje la ropa, por lo que aconsejamos el uso de toallas o un empapador en la cama.
Hay que llevar la faja prescrita durante mes y medio (día y noche). Después de la primera cura, puede ducharse y deberá volver a ponerse la faja de inmediato.
A veces y de forma ocasional pueden hincharse los tobillos, esto está producido por la compresión que causa la faja por debajo de la rodilla y tiene fácil solución. Debe ponerse calcetines de compresión venosa (de venta en farmacias) siempre con la faja. También favorece el drenaje de los tobillos el tumbarse sin la faja con los pies más altos que la cabeza.
Evitar exposición solar sobre las zonas operadas o utilizar un filtro solar FPS-40 (si va a haber exposición solar) para prevenir posibles cambios de coloración de la piel, hasta 4 meses después de la operación.
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